1916 - La guerra de desgaste

 

El principal escenario bélico fue el frente occidental, en le que la nueva estrategia empleada fue la guerra de desgaste. Ideada por el jefe de alto mando alemán, con esta clase de lucha se trataba de conseguir el agotamiento total del ejército aliado, en hombres y material, para forzarle a pedir la paz.

 

La primera de estas actuaciones fue la batalla de Verdún. Iniciada por los alemanes con el objetivo de desangrar al ejército francés, y en ella perecieron medio millón de hombres, a partes casi iguales entre atacantes y atacados. Pero los resultados en el frente resultaron inapreciables. Inmediatamente después, los aliados lanzaron otro ataque, la batalla de Somme, el la que utilizaron una estrategia semejante. A pesar de contar con una clara superioridad de armamento, lo lograron romper las líneas alemanas y, después de tres meses de lucha y de perdidas humanas superiores a las de Verdún, el ataque se detuvo. En las batallas de Verdún y Somme se emplearon por primera vez los tanques blindados.  

 

El bloqueo naval que padecía Alemania forzó su intento de atacar a la flota británica. Ambas flotas se enfrentaron en la batalla de Jutlandia, la única batalla naval de toda la contienda. Los alemanes se retiraron ante la superioridad británica y los barcos germanos no volvieron a salir de sus puertos. El balance de la campaña de 1916 fue más equilibrado que el de las dos anteriores. Pero el futuro de los imperios centrales era incierto. Las sangrientas batallas de 1916 habían mermado sus efectivos humanos y materiales, y el bloqueo al que se veían sometidos se hacia notar de forma creciente.